domingo, 15 de febrero de 2009

La Descripción



Llego a la casa, y el primer pensamiento que entra en mi mente es comer. Ya hace una semana que me he puesto a dieta. Mejor dicho, ya hace una semana que mi mamá me ha puesto a dieta. Tengo hambre, más hambre que he tenido en toda mi vida. Siento dolor del estómago. Me tiro en el sofá cómodo enfrente del televisor y la enciendo. Trato de ver un programa pero no puedo concentrarme en nada menos la barriga. Mi mamá dice que tengo un sobrepeso de 40 libras y tengo que perder el peso inmediatamente. Por eso no puedo comer casi nada. No puedo comer pizza, pasteles, burritos, nada. Camino al refrigerador en trance, buscando algo para llenar, satisfacer el vacío del estómago. Abro el frigorífico y siento su frío en la cara. Busco algo rico; nada, hay fresas, plátanos, naranjas, papayas, uvas, frijoles y arroz. No quiero comer ni un mordisco de esta comida tan sencilla, aburrida. Quizás hay aceite, y puedo cubrir unos plátanos en aceite, freírlos, cubrirlos en sal y comer algo rico.

Corro al armario y busco aceite. No hay, mi mamá botó todas las comidas y aliños ricos, ya no hay nada rico en la casa. Mi boca está salivando, no puedo dejar de pensar en la alimentación. Pienso en pizza, en una porción grande, con doble queso, jamón y piña. Puedo imaginarlo, en mis manos, la grasa y manteca cubriendo el trozo y las manos también. Imagino que estoy sentada a la mesa, con mi pizza y chips; no, mejor pizza y papas fritas. Unas papas fritas con chile y queso picante. Puedo ver las papas en un plato blanco, los jugos corriendo a cualquier lado del plato, tocando la pizza con una mezcla da sabores. Hay una grande botella de coca al lado del plato, un refresco lleno de azúcar con un poquito de sabor amargo.

De repente, me despierto de mi ensueño y recuerdo que no debo comer así. Toco mi barriga y siento mucha vergüenza. Ya tengo un sobrepeso de 40 libras, es bastante para una muchacha de mi edad. Miro mis brazos y veo un montón de piel y grasa que cuelga de mis huesos. Lentamente y con la cabeza baja camino al frigorífico para buscar algo saludable. Encuentro unas zanahorias y lechuga, puedo preparar una ensalada. Es lo que hubiera sugerido mi madre. Los médicos dicen que si no bajo de peso voy a tener problemas con mi salud. No va a estar tan rico pero doy un paso adelante hacia mi meta de adelgazar.

lunes, 2 de febrero de 2009